domingo, 30 de octubre de 2011

InvestígaMe

Vengo de lo más profundo de tu ser y no sé adónde voy. Súbeme a tu regazo y dime cómo me llamo. Ayúdame a llegar a mi sitio en el mundo. Llévame contigo de la mano en este viaje sin retorno. Muéstrame mi camino bajo el sol. Ponme a andar bajo las estrellas. Levántame del suelo cuando tropiezo. Llévame sobre tus hombros. Ábreme las puertas de este mundo tan desconocido. Enséñame a aprender. Enséñame a jugar. Enséñame a crecer. Dame compañía. Dame amor. Dame libertad.


Pero, hoy, dime qué me pasa. Por qué estoy enfermo. Por qué me duele. Qué tengo dentro. Cuándo tendré el pelo como antes. Por qué no me curo. ¿Me voy a morir..? Tengo sueño. Dame mi peluche. Tengo frío. Dame tu calor. Abrázame. Tengo miedo. Dame un beso. Dame lo mejor de tu vida. Investígame.

lunes, 24 de octubre de 2011

El mejor Centro de Investigación posible

La actividad en el Centro de Investigación era frenética: las sesiones de seminarios, tanto de invitados procedentes de todas partes del mundo, como de los propios investigadores que allí trabajaban, se sucedían día tras día. Las Jornadas de los Jóvenes Investigadores tampoco se quedaban atrás: mesas redondas, visitas a los laboratorios, concursos de pósters y presentaciones orales… y todos ellos con una calidad excepcional. Desde sus inicios, el Centro había decidido apostar por la comunicación entre los grupos y las actividades de divulgación. Estas últimas habían recaído en una recién creada comisión de jóvenes investigadores y estudiantes que consiguieron exitosamente acoplar su trabajo en el laboratorio con proyecciones de películas, videoconferencias con estudiantes de otros lugares del mundo, y competiciones deportivas que permitían no sólo desahogar las frustraciones de los experimentos fallidos, sino acercar a los integrantes de los distintos grupos en un ambiente distendido y relajado.

Claro que nada de esto hubiese sido posible si las instalaciones del Centro no hubiesen sido concebidos a lo grande, con unos patios interiores amplios y espaciosos a los que se había dado un uso de lo más variopinto: las canchas deportivas alternaban con los banquitos donde los trabajadores tomaban el café los días que hacía buen tiempo - que no eran pocos -, y las mesas de la cafetería hacía tiempo que habían trascendido sus fronteras originales para dispersarse por todo el patio. No era raro observar un grupo de investigadores veteranos discutiendo sus los detalles de sus próximos proyectos en aquellas mesas, al lado de becarios que esperaban su turno en la cancha ataviados con ropa deportiva pero trabajando en la memoria que les valdría la máxima nota en los cursos de postgrado. Además, el estar rodeados de jefes e investigadores postdoctorales en un ambiente tan relajado hacía bien fácil poder acudir a alguien para resolver las dudas, sin pasar el mal trago de irrumpir en el despacho de aquellos directores de grupo tan atareados. El éxito de este ambiente había propiciado además que se eligiera al Centro como sede para numerosos cursos y congresos, que lo habían dado a conocer a numerosos investigadores y jóvenes en formación de otros países. Afortunadamente todo esto iba acompañado de una infraestructura tecnológica de primer nivel: laboratorios equipados al máximo, servicios comunes que funcionaban de manera rápida y eficiente, sin olvidar un personal de gestión y administración de recursos maravillosamente preparado, que facilitaba el trabajo de los investigadores, les ahorraba papeleo y coordinaba las actividades de manera que el día a día de los grupos de investigación apenas se veía afectado. Había costado mucho poner en marcha aquel Centro, y hasta que todo fue como la seda, tuvieron que trabajar mucho, y muy duro. Pero tenían lo más importante, como punto de partida: una plantilla de trabajadores excelentes, preparados y con muchas, muchísimas ganas de hacer de aquél el mejor Centro de Investigación que se pudiese concebir. Al menos, era el mejor que él podía imaginar.

Una voz le sacó de su ensoñación. Sintió como si despertase de repente, y se giró para encontrarse cara a cara con un hombre con aspecto dubitativo. Su forma de vestir denotaba que era un turista, noción reforzada por el ajado mapa que asomaba por uno de los bolsillos de su mochila. Ante su silencio y su cara de despiste, le repitió la pregunta en voz más baja, como si temiera provocar una respuesta poco agradable:

- Digo, que si sabe qué son esos edificios – dijo, señalando al frente.

Él se volvió hacia donde señalaba por el dedo, como si al despertar de su ensoñación necesitase recordar dónde estaba. Frente a él, los tres imponentes edificios se alzaban sobre un patio vacío, desolado. Lo que tiempo atrás fue una cafetería permanecía cerrado, y puesto que nada más había aparecido en su lugar, no había razón para que nadie se pasease por allí. De hecho, ni siquiera podría decirse si había alguien trabajando entre aquellos muros.

Consciente del tiempo que había pasado desde que le formulasen la pregunta, se vio impelido a responder:

- Sí, eh… bueno, no sé lo que albergarán ahora; pero antes eran un Centro de Investigación – se giró para mirar de nuevo al turista, mostrando una sonrisa llena de nostalgia – yo solía trabajar aquí.

- Ah, ya – contestó el turista, sin parecer demasiado convencido - ¿Y hace mucho de eso?

Mucho. Una eternidad, pensó. Aunque en realidad no había pasado tanto tiempo; lo que habían pasado eran muchas cosas, ninguna demasiado buena.

- Bueno… hace bastante. Yo hice mi tesis aquí, sabe… luego me fui al extranjero, y gracias a que allí no me fue mal, pude volver con la intención de formar mi propio grupo en este Centro. Teníamos muchas ideas, sabe, se podían haber hecho muchas, muchísimas cosas interesantes… cosas que yo había visto en otros países y que conseguían que la gente trabajase mucho, y además muy a gusto. Pero lo que me encontré no fueron facilidades, precisamente – la nostalgia cambió, se transformó en algo feo, incómodo, recuerdos de luchas absurdas, de impedimentos innecesarios y de conflictos de intereses – y la verdad, no pudimos hacer nada de eso. Los responsables nunca se interesaron por la ciencia, ni por los que hacen ciencia, no comprendieron el potencial que tenían entre las manos. Y no sólo acabaron con el Centro y todo lo que podía haber sido, sino que además se cargaron lo más importante: a la gente. Los que no fueron despedidos directamente, se marcharon en cuanto pudieron. Siempre se dice que es un trabajo muy vocacional, el de investigador… pero sólo de vocación no se vive. Cada vez que pienso la de tesis que se han dejado de hacer… me asusta mucho pensar que las nuevas generaciones no tengan interés por estudiar nada, que dentro de unos años sigamos sin tener cura para las mismas enfermedades, sin mejorar nuestra calidad de vida. Es bien difícil, con ejemplos como éste…

El turista asintió con la cabeza, dando a entender que lo comprendía perfectamente. Durante unos segundos que parecieron minutos, ninguno dijo nada. Finalmente, el hombre con el mapa lanzó otra pregunta:

- Y dígame… eso de las tesis, en realidad ¿de qué va?

No pudo sino sonreír. Tal vez ese fue el problema, desde el principio. Su única y mayor culpa: no haber sabido darse a conocer, no haber compartido con la mayoría de ciudadanos la importancia de su trabajo. No haber compartido su ilusión, su vocación, sus metas. Pero nunca era demasiado tarde. Los niños de hoy son los políticos del mañana, pensó. Y desde que se dedicaba a la enseñanza, se sentía algo más optimista en ese sentido.

Se levantó del bordillo desde donde había estado meditando y palmeó amistosamente el hombro de su interlocutor.

- Venga, le acompaño hasta la parada del autobús, o hasta su coche, y se lo explico por el camino.

Por algo había que empezar.


Dr. Litos

domingo, 23 de octubre de 2011

Despídeme

Despierta. Soy la Ciencia. Abre los ojos y mírame. No soy infalible. Soy la que te enciende la luz eléctrica cada mañana. La que te encierra en el ascensor. Soy la que te abre el grifo del agua corriente. La que te deja morir de sed. Soy la que te pone en marcha. La que te detiene. Soy la que te lleva al fin del mundo. La que te mete en un atasco. Soy la que te ayuda a que no te canses. La que te permite descansar en paz. Soy la que te ilumina de conocimiento. La que te contamina de ideas. La que te cauteriza la herida. La que pone el dedo en la llaga. La que te cura. La que te mata.

Soy la Ciencia. Vengo a darte mi último adiós antes de que te duermas de nuevo para siempre. Despídete de mí. Cierra los ojos y despídeme.

sábado, 22 de octubre de 2011

Fasta Ya !!!

Un fichero .fasta es un archivo de texto diseñado para almacenar información genética.

La forma en la que se escribe el archivo tiene una estructura particular, diseñada para ser explorado rápidamente usando los métodos adecuados.

Digamos que cada “párrafo” del fichero contiene una secuencia mas o menos larga de letras con una parte de la información genética de una célula. Los trozos de información se separan con un tipo de linea diferente que empieza con el símbolo > seguido de un nombre o identificador del “párrafo”.

El trabajo de muchos investigadores es explorar estos ficheros buscando los genes mutados que causan las enfermedades. Así escrito quizás no quede del todo claro pero estoy seguro que el siguiente ejemplo práctico permitirá al lector bloguero comprender a que nos referimos.

¿Podrías encontrar el gen mutilado... digo el gen mutado en el siguiente fichero Fasta?

>read number 1
G C A T A A G C C A G G C G C C A C G C C T T G A C T A T A
A C C I P F G T G T C G T A T T A C A A C C G A C C A T G G
G C A T A A G C C A G G C G C C A C G C C T T G A C T A T A
C T T G T A C C T A T T G A A G A C T T A C G T A G C T T A
>read number 2
T A A A T T C A T C C T C A T T T C A C G G A G T G C T A A
C C G T T C A A T A T A C C C C I P F C C A A C A G G G C A
G A C G T T T C T C C C C C C T T C G G T A T G C C C G A G
>read number 3
A C T C A C C C G A G G A T C G C T G C G G A C A A T C A G
A T G T C A C I P F A A G G A C A C T G G A A T G A G T T T
>read number 108
T C T G T G C G T T G A T G G G T A T T C T T C A T A T A T
A G A G G G C I P F A G A C T G C C G G A C C A A C A G A T
T C G C C G C T G T G C G G T A G A C T T T A G G T G C T C
G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G
G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G G
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G G G G G G G G G G G G G   n o   t i e n e   g r a c i a


viernes, 21 de octubre de 2011

Ciencia es Vida

La semana pasada me encontré con una vecina y me preguntó que si mi puesto de trabajo peligraba por trabajar en Valencia en investigación. Ella no sabe muy bien a qué me dedico, solo sabe que soy una loca que me dedico a la ciencia y que más de un día llego tarde a casa del laboratorio robándoles tiempo a mis niños pequeños. Le dije que afortunadamente de momento tenía trabajo pero que la situación en general estaba muy mal, a lo que ella me respondió tan tranquila que todo esto era normal, que con la que estaba cayendo la Generalitat no iba a estar destinando, por no decir “tirando” el dinero, para pagar la investigación biomédica.



La reflexión me pilló por sorpresa y me despedí cordialmente con un mal sabor de boca. Entonces empecé a pensar sobre lo que estábamos haciendo mal los investigadores. ¿Por qué un ciudadano de a pie que no tiene un especial vínculo con la investigación, más allá de alguna noticia sensacionalista en prensa sobre la curación de una u otra enfermedad, piensa que invertir en investigación es tirar el dinero? Cierto es que en otros países existen las jornadas de puertas abiertas en los principales centros de investigación nacionales, que acercan al ciudadano al investigador, y más cierto aún es que en España salir en la tele hablando de ciencia nos da corte, ya que la mayoría de veces no es para anunciar que hemos publicado en Science. Pero caray, hemos pagado demasiado cara nuestra discreción, tanto que nadie sabe de nosotros y a nadie le importamos. Así que decidida a asumir mi parte de culpa y ponerle remedio, cuando ayer volví a encontrarme con mi vecina y me repitió la cantinela, le recordé que detrás de cada revisión médica que se hace para ver si tiene un cáncer de mama, y detrás de cada vacuna que le pone a sus hijos para que no enfermen hay años de investigación básica y aplicada. Para nosotros los científicos puede parecer algo trivial pero os aseguro que al igual que en el colegio nos repiten desde infantil hasta bachiller que “fumar mata”, quizás sea hora de empezar a introducir en los discursos que “ciencia es vida”.


Pilar


La ilusión

Tengo 38 años y hoy me he levantado cansada de casi no dormir, pero con mucha ilusión. 

Me he puesto el traje de luchar y me he venido pensando en mandar un mensaje de ilusión a cada uno de los que perdemos algo con el ERE. 

Llegué hace 6 años y me instalé en un despacho donde no había ni calefacción ni internet. Metí todas mis libretas de la tesis, del postdoc y me las traje en una maleta. Me perdí en el garaje con ella y salí por el ascensor de la cafetería. Tenía tanta ilusión. Era Diciembre de 2004.

Recluté a Ana y Pau y nos hicimos un logo para el lab de RNA. Hasta nos hicimos camisetas. Llenábamos el coche de botellas de medio y tampones y cruzábamos los 3 cantando la V30 para que mis amigos en el Departamento de Bioquímica de la UV, nos dejaran el autoclave, aquí no había nada. Hicimos listas de todos los productos, de todos los aparatos y junto a Diego pedimos y pedimos material para tod@s los labos. Teniamos una tabla excel con todos los cacharros. Hasta los repartía yo. No se me cayó nunca un anillo. Les dejaba a mis compañeros sus vortex en sus labos, sus agitadores y sus PCRs. Montamos el servicio de esterilización y se compraron los -80ºC, las centrifugas, los shakers. Tenía tanta ilusión.
En estos años hemos crecido mucho, de 3 hemos pasado a 11, nos han dado proyectos, nos han publicado papers, hemos pasado 3 evaluaciones. Joer, me han dado hasta un premio!!!, pero lo más importante es que juntos hemos creado el I-25. Tenía tanta ilusión.
Llevo ya 1 año con menos ilusión. Y el I-25 lo nota. Soy de las que creo que este trabajo es para los que se esfuerzan mucho y con un gran sacrificio sacan sus proyectos adelante. Además creo mucho en la motivación como motor de las personas y por eso hoy he dicho YA ESTA BIEN. He llegado con ganas de volver a motivar-me-nos.
Este ERE se llevará por delante a todos los grupos que desde 2004 participamos en una ilusión, en mayor o menor medida tod@s estamos en el ERE y por eso lo que quiero compartir con mis compañeros hoy es LA ILUSION por el futuro.
 Suerte para tod@s
Sus
 

Señor Director General

Acuso recibo de su entusiasta nota de despedida y lo felicito por su ascendencia política, pero ¿le parece que los trabajadores del CIPF estamos pasando por un momento adecuado cómo para recibir este tipo de mensajes? Por favor, no se ofenda, es la humilde opinión de una ex-becaria predoctoral del CIPF… Por suerte, yo pude acabar mi tesis doctoral sobre las interacciones entre varias proteínas relevantes en el cáncer colorrectal, la segunda causa de muerte por cáncer en el mundo, después del cáncer de pulmón. Mi humilde trabajo quizá ayude a que otros encuentren lo que yo no he podido encontrar: un nuevo remedio más eficaz contra esta enfermedad. Pero muchos de mis compañeros no podrán concluir con la misma suerte sus proyectos y es injusto. ¿Sabe? los investigadores somos quizás de los pocos profesionales capaces de venir a trabajar los fines de semana o quedarnos las horas necesarias sin reclamar nada, sólo con el fin de investigar en beneficio de la sociedad... La pasión que pone la gente que trabaja en investigación es algo fuera de lo común y no nos merecemos que se nos trate como se nos está tratando. En este centro la investigación se está muriendo...y es muy triste porque, paradójicamente, se han conseguido proyectos, resultados y financiación, pero parece ser que no es suficiente...

jueves, 20 de octubre de 2011

LO MEJOR DE ESTE CENTRO SOIS VOSOTROS

Hace 6 años que trabajo en este centro, paradojas de la vida hice mi entrevista el día que vinieron a inaugurarlo los Príncipes. Recuerdo que pensé: "qué grande es esto y qué bien se debe de estar aquí, qué grandes posibilidades tiene, si hasta lo inauguran los sus altezas". Era mi primer contacto con la ciencia, cuánta ilusión y ganas tenía de aprender y cumplir mi sueño. A lo largo de estos años he aprendido mucho a nivel científico, pero la lección más grande que he adquirido es a nivel personal.

Ahora sé que los científicos somos generosos, entusiastas, solidarios y sobre todo muy trabajadores, no tenemos horario, ni a veces vacaciones, ni tampoco horas extra, ni muchas otras cosas más, pero nos gusta lo q hacemos y sólo intentamos conocer, aprender, saber más de las cosas, en fin INVESTIGAR.

La calidad humana de la gente q se dedica a este mundo es elevadísima. Estoy muy orgullosa de haber trabajado con gente tan maravillosa y tan fuerte como la que tengo en estos momentos a mi alrededor. Quiero y deseo q todo el mundo sea positivo, ahora no lo vemos porque estamos en plena locura, pero estoy convencida de que dentro de unos años esto solo será un mal sueño. Por mi experiencia con la cantidad de gente que se ha ido durante estos años de mi laboratorio, se que salir de aquí supone volver a respirar, te permite coger aire fresco de nuevo y recuperar la ilusión perdida.

No siento vergüenza de haber estado aquí y sin lugar a dudas quiero deciros compañeros que LO MEJOR DE ESTE CENTRO SOIS VOSOTROS.

Q no os hagan dudar de eso y donde sea q vayáis y os dediquéis a lo q os dediquéis seguro que al final sacaremos cabeza por q somos luchadores natos. Q no nos hagan dudar de nuestra valía, que se vayan a reírse de otros.

ESTOY MUY ORGULLOSA DE TODOS MIS COMPAÑEROS, MUCHA SUERTE PARA TODOS.

Lucía

Si nos dejan trabajar

Somos más de doscientos profesionales trabajando en el Centro de Investigación Príncipe Felipe para que la cura de estas enfermedades sea una realidad en el futuro. Si nos dejan trabajar.

lunes, 17 de octubre de 2011

InvestígaTe

Conoce tu cuerpo. Conoce el cuerpo de los demás. Aprende a explicar tus oscuros silencios. Aprende a entender los claros gritos de los otros. Olvida el lenguaje genético del miedo. Mide tus palabras con libertad. Pesa tus ideas sin ataduras. Usa los caracteres adquiridos de la razón. Descubre la lejanía del dolor ajeno. Descubre la proximidad de tu tristeza. Trabaja con amor. Aventúrate en lo que más conoces. No huyas de lo desconocido. Entra sin temor en el profundo laberinto del tubo de ensayo. No busques el éxito inmediato entre tus genes. Busca el pulso de verdad que fluye por tus venas. Mira a tu alrededor sin prejuicios. Forja la llave del conocimiento con dulzura y abre tu corazón a los demás: Observa a los que sufren a tu lado. Inféctate con el virus de la rabia. Recoge una muestra de tu propia sangre. Purifica tu carne. Planea un experimento y ponte a prueba. Intenta curarte… Aunque hoy fracases, a lo mejor, algún día, todo esto sirve para algo y encontramos el antídoto contra el veneno que nos corroe las entrañas. A pesar de todo, siempre, investiga. Investígate.

jueves, 13 de octubre de 2011

El templo del dios Amón y los defectos en el ciclo de la urea

Cuando yo era más joven, no, más joven todavía, un adolescente, mi imaginación volaba junto a Howard Carter en el valle de los reyes compartiendo sus hallazgos sobre la tumba de Tutankamón, una aportación fundamental para la comprensión de la historia y cultura egipcia. Igualmente me deslizaba con los trineos de Robert Peary para alcanzar los 90º de latitud norte, o con Roal Amundsen hasta el punto más austral de la superficie terrestre, y… y… y…luego, con la juventud, me sedujo el apasionante conocimiento de la vida y me convertí en un estudiante de biología y en escrutador de los arrebatadores y absorbentes secretos que estaban ahí esperando para hacerme disfrutar con el descubrimiento de la grandiosa organización a nivel celular, molecular y atómico de los organismos vivos. Ahora, acercándome al atardecer de la vida, poco queda de aquellos exóticos afanes de adolescente mas allá de nuestros estudios relacionados con el templo del dios Amón. Nuestro trabajo persigue progresar en la comprensión, diagnóstico y terapia de una enfermedad metabólica rara que causa daño cerebral temprano debido al exceso de amonio. En la época en que Egipto estaba bajo la dominación griega, esto es, la época Ptolemaica, en uno de los templos consagrados a Amón, los camelleros tenían por costumbre pararse a realizar sus necesidades urinarias. Fruto de esas micciones, en las paredes del templo fue formándose una sal que llamaron amónica por estar consagrado al templo del dios Amón. La palabra pasó de los griegos a los romanos y de ahí hasta nuestros días. Y hasta aquí llega nuestra relación arqueológica con la deidad egipcia, el término amonio y sus derivados amoniacales excretados por la orina.


El daño irreversible que provoca retraso mental e incluso la muerte en la enfermedad objeto de nuestro estudio deriva de la encefalopatía causada cuando un exceso de amonio alcanza al sistema nervioso central. La inmediatez del daño cerebral por hiperamoniemia y su irreversibilidad hace imprescindible su rápido diagnóstico y tratamiento para prevenir la aparición de consecuencias indeseables. El sistema más eficaz que posee nuestro organismo para detoxificar el exceso de amonio es el ciclo de la urea que convierte, en el hígado, esta molécula neurotóxica en urea, una sustancia inocua que eliminamos por la orina. Nuestro grupo de investigación se ocupa del estudio detallado de la primera enzima del ciclo de la urea, encargada de introducir el amonio en el mismo. Cuando esta enzima, la carbamil fosfato sintetasa (CPS1) falla (hay más de 200 mutaciones descritas de las que se desconoce el impacto funcional que tienen sobre la enzima y las causas de su carácter patogénico), el flujo de este ciclo se detiene y se acumula amonio en el plasma sanguíneo, lo que provoca las lesiones en el cerebro. Fruto de nuestro trabajo es, por un lado, la producción en el tubo de ensayo de la CPS1 humana que es diana de la enfermedad, lo que nos permite esclarecer las bases moleculares de esta patología y su pronóstico para las diferentes mutaciones de la CPS1 que se presentan en la clínica. Por otro, hemos abierto la puerta a una posible nueva vía para tratar el déficit de carbamil fosfato sintetasa utilizando activadores de la enzima diseñados frente al fallo molecular concreto detectado.


Confiamos, bajo la protección del dios Amón, el dios de los dioses en la mitología egipcia, el equivalente a Zeus en la griega y a Júpiter en la romana, pero sobre todo con nuestro buen hacer investigador, seguir en la punta de lanza de la exploración de la diana de esta enfermedad rara y seguir contribuyendo a su diagnóstico, prevención y tratamiento. Requerimos el apoyo continuado que tanto estamentos públicos como privados nos proporcionan, y sobre todo que nuestros políticos crean sinceramente en el trabajo que realizamos como una vía exitosa de lograr una vida más digna para familiares y afectados por esta enfermedad.


Grupo de reconocimiento molecular

lunes, 10 de octubre de 2011

ConCienciaDos

Parece sencillo, pero no lo es. La capacidad de abstracción para realizar una operación matemática tan simple como la de arriba es una de las ventajas evolutivas que ha puesto a la humanidad en el sitio donde se encuentra en el planeta que habitamos. Para lo bueno y para lo malo. Para la salud y para la enfermedad. Parece sencillo ahora, pero detrás de esa capacidad hay muchas generaciones perdidas en el tiempo y muchos milenios de entrenamiento: el hombre es el único animal que hereda -socialmente- los caracteres adquiridos, aquellos que sirven para el pleno desarrollo de su inteligencia en todas sus manifestaciones -desde el mejor lenguaje hasta las peores ideas- y también para evitar, por ejemplo, que un recién nacido muera a causa de una diarrea producida por alguna bacteria oportunista que pasaba por allí, o que el Apolo 11 se quede en tierra por el dolor de muelas de alguno de sus tripulantes… Esa herencia social, que nos diferencia de tantas otras especies de seres vivos, nos permite, entre otras muchas cosas, transmitir a las generaciones futuras -¡ay, pobrecitos..!- que el dolor de muelas se mitiga con un compuesto presente en la corteza del sauce blanco, identificado como el ácido salicílico y sintetizado para su uso comercial con el nombre de aspirina después de varios siglos de pesquisas y aprendizaje al respecto. Parece sencillo. Mejor dicho, parece mentira que detrás de la llegada del hombre a la Luna y de la aspirina que algunos nos tomamos cada dolor de muelas, haya habido, por ejemplo, un clérigo inglés que anduvo masticando, hace ahora doscientos cincuenta años, extractos de corteza de sauce blanco para comprobar sus efectos antipiréticos. Parece mentira, pero es así -pesquisas y aprendizaje- como adquirimos el conocimiento científico que heredarán nuestros hijos. Si nos dejan, claro. Ahora que lo sabemos, es más fácil. Ahora, sí:

miércoles, 5 de octubre de 2011



Un día soñé que me hacía minúscula y entraba en el interior de la célula. Navegaba por el citoplasma, veía el retículo endoplasmático, el aparato de Golgi, vesículas por todas partes. Me subía a una proteína y me colaba en el núcleo y volvía a salir a través de esos agujeritos negros, los nucleolos. Cuánto movimiento, cuánta energía. Podía ver y entender lo que ocurría allí dentro, movimientos, señales, acciones, trabajo, mucho trabajo y entendía qué pasaba cuando algo no funciona bien. Pero desperté del sueño y me di cuenta que estaba en la sala de cultivos, mirando por el microscopio, y lo que estaba viendo era una célula viva desde fuera. Esa maquinaria perfecta, tan compleja, llena de vida; y, sin embargo, aquí estamos los científicos, intentado descifrar cómo funciona para poder entender lo que sucede cuando algo falla. Quiero entender, quiero saber, quiero poder descifrar mecanismos que ayuden a otros científicos a diseñar drogas, terapias para reparar algo que no va bien. Y en esas estaba cuando otro día que no soñaba me dicen que algunas de mis células están creciendo descontroladamente y el único tratamiento es extirpar e irradiar. Y el mundo se vuelve oscuro y ya no entiendes ni quieres entender nada. Afortunadamente, un día despiertas y las ganas de seguir adelante vuelven, con más fuerza que nunca. Y las ganas de saber por qué esa maquinaria tan perfecta falla a veces se vuelve una necesidad, y por eso me paso horas estudiando, analizando cómo se divide una célula y por qué ese proceso a veces pierde el control y hace que una célula se divida muchas veces y acumule errores y sea malo para la salud. Y mi mundo gira en torno a la investigación, es dedicación, es pasión, y es así porque estoy segura de que mis descubrimientos un día ayudarán a curar.

Y por todo ello, yo también soy Beatriz.

martes, 4 de octubre de 2011

Todos somos Beatriz

Beatriz llevaba dos años luchando, profesionalmente, contra la enfermedad. Dos años de lucha diaria contra la ignorancia de algunos sobre su trabajo y contra el desconocimiento de todos sobre la regulación de la función de una pequeña proteína -JunB- en un tipo de linfoma no demasiado frecuente, pero no por eso menos importante, el linfoma anaplástico de células grandes (abreviado como ALCL en lengua inglesa). Beatriz había descubierto que JunB es importante para la correcta separación de los cromosomas en las células de linfoma, y que el exceso de JunB por alteraciones en su degradación podría ser determinante para el desarrollo de este tipo de cáncer. Ahora el trabajo de Beatriz se ha visto interrumpido y tendrá que continuarlo otro (Beatriz en El País). O no. Porque Beatriz no está sola:


BEATRIZanaSILVIAevaANDREAinmaculadaLUZdavidCHRISTIANlaura
JUANmiriamVARINIAencarnaciónALICIAjuditSAMUELanaJAVIERantonio
ARANTXAjorgeMARÍApazASUNCIÓNrafaJESÚSmaríaROSAlitos
ANABEL carolineINMAvicentISABELfernandoDANImaríaELENAcatarinaPACHI robertoCARLEScélineMIRIAMyasminaFRANÇOISireneMIGUELester ASUNjesúsELENAlaraOLGABEATRIZanaMARÍAcésarDANIesther LAURAcaroMIRIAMpedroSARAbeatriz



Beatriz está desorientada, como cualquier científico cuando se enfrenta a un nuevo problema. Beatriz está desconcertada, porque no es fácil descifrar el latido de la materia viva. Beatriz está sorprendida, porque sin sorpresas no hay descubrimientos. Beatriz no está sola. Si tú también quieres ser Beatriz, escribe tu nombre de pila en un comentario a esta entrada del blog. Todos somos Beatriz.

lunes, 3 de octubre de 2011

No hacemos magia, hacemos ciencia.


En nuestro laboratorio de proteómica, probablemente, nunca haremos uno de esos descubrimientos espectaculares que encuentran un hueco en el telediario. Y es que nosotros solo ponemos tecnología, experiencia y trabajo a disposición de otros investigadores para ayudarles a identificar o caracterizar las proteínas relevantes en su investigación.


Y aún así, nuestro trabajo nos gusta, nos gusta aprender en cada problema y enseñar en cada solución, pero sobre todo nos gusta creer que sumamos nuestro esfuerzo al de aquellos que se empeñan en diagnosticarnos una enfermedad sin hacernos daño, de aquellos que quieren estar seguros de que nos han curado. De los que anhelan saber por qué nuestro cuerpo a veces nos lastima. De aquellos que no se cansan de probar para encontrar nuevos y mejores medicamentos. De los que, a pesar de su escasa rentabilidad, siguen estudiando enfermedades que sólo afectan a unos pocos, o a los muy pobres. Y también de los que cuidan nuestros cultivos y nuestro ganado de sus males. De los que hurgan en el suelo y buscan en el mar para encontrar soluciones a los problemas de todos. E incluso de los que sueñan con que en África podrían potabilizar el agua con semillas de calabaza…


Seguro que a todos ellos les gustaría hacer magia. Lástima que sólo sepamos hacer ciencia.


Proteómica_CIPF